La conquista del aire: surcar el cielo, 1934

En 1934, procedente de Salto de Agua, el candidato presidencial del Partido Nacional Revolucionario (PNR, hoy, PRI) Lázaro Cárdenas del Río aterrizó en Pichucalco en el avión Conquistador del Espacio, piloteado por Francisco Sarabia en el marco de su campaña electoral rumbo a la Presidencia de la República. Este hecho marcó el despegue del proyecto Nacional-popular que configuró la aparente modernización del norte de Chiapas, porque como sugiere Roux (2005) se estableció una renovada relación mando-obediencia para producir un indio útil integrado a la cultura nacional/desarrollista, a través del PRI y sus centrales obreras y campesinas, encargadas de aglutinar y gestionar las demandas de las masas. Se trató así de una nueva hegemonía para integrar a la población y las tierras al desarrollo nacional.

Una decena de avionetas comerciales de las empresas Transportes Aéreos de Chiapas, propiedad de Francisco Sarabia y del Sistema Compañía Aeronaútica del Sur, de Jacobo Hans Mattes y luego de Garret Woodside Peck, aparecieron en los cielos para extraer la producción agrícola del Norte de Chiapas. Hans tenía autorizado volar de Villahermosa con destino a Pichucalco, mientras que Sarabia desde Tuxtla Gutiérrez, para sacar todo el café y la producción de chicle.

Otras avionetas de menor tamaño piloteadas por la familia Osorio complementaban el circuito aéreo para sacar las cosechas de café, cacao y barbasco de las comunidades de Ostuacán, Tecpatán, Chapultenango y Francisco León, que tenían su centro de operaciones en la pista de San Miguel, a escasos kilómetros de Pichucalco.

Junto a las avionetas, llegó el reparto agrario que dio vida a los Comités Particulares Agrarios como nuevas autoridades agrarias e instituciones locales para mediar entre el Estado y la comunidad indígena. Para los zoques significó romper/tumbar las montañas como nuevos espacios de colonización agraria que implicó crear nuevos asentamientos que a la postre se convirtieron en ejidos.

Campo de aviación en San Miguel, Pichucalco, Chiapas. Fuente: Tomada de Internet, 2021. Autor desconocido. Año: sin fecha.

La llegada de la aviación al norte de Chiapas significó nuevas opresiones y explotaciones. Los zoques estában obligados a ayudar a mantener las pistas de aterrizajes controladas por las familias de los «ricachones», hecho que se prolongó hasta 1958, cuando comenzaron las primeras quejas.

En ese entonces Antonio Gómez, un campesino de Chaputelnango elaboró con ayuda del maestro Teófilo Márquez una queja al gobierno en contra de los caciques, “ya que eran dueños de avionetas y también, permanentemente manejaban el poder en el ayuntamiento. Este testimonio da cuenta de la historia:

«Como mi papá era comisariado de Magdalena [Francisco León] citó a la gente para preguntar si estaba bueno hacer un campo de aviación ahí en Tanchichal, como de 500 metros. Dijeron que sí. Dice mi papá que cuando trabajaron metió como 150 jornales de su tiempo, entonces, hicieron el campo en 1978. Pura avioneta de Mario Osorio de Pichucalco, de los Pastranas. Todo el día. Había una bodega de cacao, otra de café. Chico y grande llevaban la cosecha. Un día el Promotor agrario nos dijo que la cosecha sí valía. Dicen que dijo “Ustedes campesinos, cuando pasa la avioneta alzan sus machetes, y dicen, ¡allá va!. Son sus cosechas. Aquí te lo compraban a 1 o a 1.5 pesos, y allá en Tuxtla [los finqueros] lo venden a 7 pesos” (Entrevista  Hipólito Hernández Alvarez, San Pablo Tumbak, Francisco León, 29 de mayo, 2021).

Estos relatos son comunes en Chapultenango y Francisco, dos de los municipios enclavados en los montañas zoques del Norte donde se establecieron el mayor numero de pistas de aterrizajes.

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